El Cristiano debe tener una Buena Conciencia

                                               



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Estudio Bíblico

El Cristiano debe tener una Buena Conciencia





                                Autor
                                Teólogo: Cruz Monasterio





*La Conciencia es un soplo del Espíritu de Dios que reside en la humanidad para iluminar nuestros sentimientos... La conciencia, es la presencia de Dios en el hombre... 

La conciencia es el Santuario sagrado donde solo Dios puede entrar como juez... Vivir de acuerdo con la conciencia nos lleva a ser honrados, porque la honradez consiste en hacer en privado lo que haríamos delante de todos... A Veces lavándonos las manos nos ensuciamos
la conciencia... El control de la conciencia determina la calidad de vida..





                                                                   Estudio Bíblico


Tema: El Cristiano debe tener una buena conciencia

Texto: “Orad por nosotros; pues confiamos en que tenemos buena conciencia, deseando conducirnos bien en todo”. (Heb. 13:18)

Introducción

¿Qué es la conciencia? Es una facultad o (sentimiento), puesto por Dios en nuestro interior que nos lleva a discernir o distinguir, cuando la persona está obrando bien o mal.

¿Cuántas veces usted oyó decir, o bien dijo usted: “Que me guié mi conciencia”?

¿Es ese un consejo válido para que lo siga un cristiano?

¿Hasta qué punto se puede confiar en la conciencia?

¿Será infalible la conciencia?

No se necesitará un examen profundo para comprobar que las conciencias de las personas difieren en varios aspectos.

Algunos pueden cometer toda suerte de vilezas o dar muerte a alguien y afirmar con toda tranquilidad que fue su conciencia la que le dictó que lo hiciera.

Lo que la conciencia de Freddy le indica como buena; a Moisés quizás le haga sentir todo lo contrario.

Un famoso escritor y erudito cristiano, “Carballosa”, escribió: El asunto de dejar que nos guíe la conciencia o de seguir sus dictados, No es bueno, porque la conciencia puede hacernos salir de la buena senda. El cristiano necesita una regla para saber qué es lo que está bien o mal. Esa regla es la Palabra de Dios, Iluminada por su Espíritu Santo.

La palabra de Dios es infalible y por lo tanto debe ser nuestra mejor guía.
Cuando la conciencia del hombre está de acuerdo con las reglas y principios sentados en la palabra de Dios, entonces si es posible dejar que sea nuestra guía. Amen.

División

El propósito de este estudio es mostrar que Cristo nos ha dado una buena conciencia y nos recalca a la vez la relación propia entre la conciencia del cristiano el diario vivir.

Una nueva naturaleza: (1 Ped. 3:8) En todo lugar los hombres están conscientes de que deben hacer ciertas cosas y evitar otras. Esto se debe a que Dios ha escrito su ley en el corazón de todos los hombres. (Rom. 2:14-15)

¿Pero cómo puede Dios hacer esto cuando nosotros nacemos sin saber diferenciar entre el bien y el mal? Posiblemente se vale de nuestras experiencias para escribir su ley en nuestros corazones.

Por lo tanto si todos los hombres en todo lugar tienen la misma experiencia y emplean la misma capacidad divinamente impartida del mismo modo y grado, posiblemente todos los hombres tendrían la misma comprensión de la ley de Dios. Pero es obvio que no es así.

En todas las culturas del mundo se señala que no se debe hurtar, pero existen distintas opiniones sobre lo que es hurtar. Algunos dicen que es tomar cualquier cosa que no le pertenece. Otros dicen que hurtar es tomar algo que no se necesita.

La diferencia se debe a que los hombres tienen distintas experiencias y no ejercitan su capacidad para distinguir entre lo bueno y lo malo aunque todos concuerdan en que no se debe hurtar.
Nosotros tenemos la ley de Dios escrita en nuestros corazones y sabemos cuándo la hemos guardado o violado. Ese sentimiento que nos indica se llama conciencia: Su función es dar testimonio de nuestra obediencia o falta de ella a la ley escrita en nuestros corazones. (Rom. 2:15; 2 Cor. 1:12)

Los sacrificios que ofrecía el pueblo de Israel no podían quitarles el conocimiento del pecado. (Heb. 10:1-2). Fue necesario el sacrificio de Cristo para hacer posible la limpieza de una conciencia contaminada. (Heb. 9:13-14)

Se hace notar el sacrificio de Cristo para limpiarnos del pecado y de una conciencia culpable. El que ha aceptado a Cristo pasa a ser una nueva creación en Él. (2 Cor. 5.17). Parte de esa nueva creación es una conciencia “Buena y Pura”. (Heb. 13:18; 1 Tim. 3:9; 2 Tim. 1:3).

La nueva naturaleza que posee el cristiano es sensible a una conciencia purificada; en otras palabras, la experiencia del nuevo nacimiento aumenta nuestra capacidad y deseo de seguir las leyes de Dios. 

Es por esto que el apóstol Pedro pudo exhortar a los creyentes con palabras como las que leemos. “Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables”. El tener una buena conciencia hará posible que los cristianos respondan a esta exhortación.

Una buena conducta.

Cuando el hombre recibe a Cristo, El viene y mora en el corazón del creyente y lo hace una nueva criatura. Y es de esa nueva naturaleza que poseen todos los cristianos que emana una nueva clase de conducta. Esta conducta involucra hacer todo lo posible para mantener una conciencia pura. (Hec. 24:16; 1 Tim. 1:18-19). Esto involucra el evitar cualquier cosa que manche la conciencia. No solamente los más grasos pecados de inmoralidad, herejía y demás, sino aun también los más sutiles como el engañar y devolver mal por mal. (1 Ped. 3:9-10). El cristiano debe alejarse del pecado, debe hacer bien y buscar la paz. (1 Ped. 3:11). Es obvio que ningún cristiano en buena conciencia puede hacer algo que la Biblia declara que es pecado.

Pero, ¿Qué se puede decir de seguir los dictados de la conciencia? Si la conciencia, iluminada por el Espíritu de Dios, le dice de hacer algo, hágalo. “Y AL QUE SABE HACER LO BUENO Y NO LO HACE, LE ES PECADO”. (Stg. 4:17). Una vez más aseveramos, si su conciencia le dice de no hacer algo, no debería hacerlo. “TODO LO QUE NO PROVIENE DE FE, ES PECADO”. (Rom. 14:23)

La Biblia nos muestra porqué debemos seguir la exhortación de nuestra conciencia. Notemos las clases de conciencias que se mencionan en la Biblia.

Esto nos ayudará a comprender por qué debemos prestar atención a la conciencia que ha sido iluminada por el Espíritu y la palabra.

Conciencia Débil: Es producto de una Fe débil. (Rom. 14:1-3). Una persona de conciencia débil es sumamente sensible en ciertas áreas; áreas que realmente no son de tanta importancia en lo que a la religión concierne. Por ejemplo, una persona con una conciencia débil puede creer que no se debe comer carne. (1 Cor. 8:7-12). ¿Y porque una persona no tiene fe como para comer carne? Para el seria pecado comerla. (Rom. 14:23). Por lo tanto, una conciencia débil puede poner a una persona bajo una esclavitud innecesaria y desanimarla en su servicio al Señor.

Conciencia Lesionada: Es una conciencia que se le ha asestado un golpe. Si una persona con una conciencia así ve que alguien al que cree un cristiano hace algo que él piensa que está mal, entonces su conciencia ha sido lesionada.

Una razón por la que es necesario vigilar la conducta, es para evitar lesionar la conciencia de un hermano más débil. Algo que de otro modo podría ser perfectamente aceptable, llega a ser pecado si lesiona la conciencia de un cristiano más débil. (Rom. 14:15)

Conciencia Contaminada: Cuando una persona hace algo contra su conciencia, la contamina. (1 Cor. 8:7). Y una persona con una conciencia débil, la contamina fácilmente.

¿Por qué es peligroso contaminar la conciencia? Un acto de contaminación es la transgresión flagrante a la ley de Dios. Y una conciencia contaminada prontamente lleva a una conciencia Cauterizada.

Conciencia Cauterizada: Tal como los lugares del cuerpo que han sido cauterizados con frecuencia, son insensibles al dolor, una conciencia endurecida, con frecuencia es insensible a las malas acciones o hechos.

Los repetidos actos de desobediencia la han sensibilizado. Y esta puede llevarnos a que naufrague la fe de una persona. (1 Tim. 1:19-20; 4:2). La forma de evitar una conciencia cauterizada es ser sensible a sus impulsos.

Conclusión

Una nueva Confianza: Debido a su nueva naturaleza y a su nueva conducta, el cristiano descubre que puede acercarse confiadamente al Trono de la Gracia. (Heb. 4:16).
El creyente tiene pleno conocimiento de una conciencia purificada por la sangre de Cristo. (Heb. 10:22).

El cristiano tiene también una nueva confianza en su trato con los hombres.
No se preocupa por lo que puedan decir otros respecto de el por qué tiene una conciencia limpia. Posee una nueva naturaleza y su comportamiento está más allá de todo reproche.

Parte de su nueva confianza es una disposición para sufrir por causa de la justicia y de mantener una buena conciencia. (1 Ped. 3:14 al 18).

El creyente en Cristo y el judío en la Gran Tribulación que trate de guardar su conciencia de las leyes que el Anticristo y el Falso Profeta dictara, entrara en conflicto con ese imperio y su sociedad.  

Las escrituras nos enseñan que el creyente debe obedecer las leyes porque Dios ha instituido las autoridades. (Rom. 13:1-2). Pero ¿Puede el creyente por causa de la “conciencia violarla”? El Señor Jesucristo nos da la respuesta a esta encrucijada: “Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo es de Dios”. (Mat. 22:21)

El creyente tiene una doble responsabilidad: Para con Dios y también para con las autoridades civiles.

Estas no pueden entrar en conflicto puesto que Dios ha fijado la responsabilidad civil, pero como esta pretende usurpar la autoridad que no le corresponde, como creyente, es menester obedecer a la conciencia y a Dios aun cuando pueda significar que deba sufrir por ello.
Por su puesto que debe tener cuidado para distinguir entre aquellos que gobiernan y que no son de su “agrado”, y aquellos que buscan de afectar su relación para con Dios.



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