Más bienaventurado es dar que recibir





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                           Más bienaventurado es dar que recibir


           Autor
           Lic. Kali Duerto


Título: “… Más bienaventurado es dar que recibir.”
Texto: “En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir. (Hec. 20:35).
Introducción
El dar es un acto de entrega a otro; es un acto de gracia. La gracia da con amor y liberalidad; la gracia otorga, no evalúa méritos, no condiciona. La palabra griega didomi (Strong No. 1325), traducida por dar en Hechos 20:35, connota ofrendar, donar o conceder, libremente y sin ser forzado, algo de valor.
Dar más que recibir reproduce el carácter de Cristo
El dar para el cristiano, en el contexto bíblico, implica reproducir el carácter de Cristo. Dice la Biblia Plenitud en su comentario del libro de los Hechos (20:35): “Indica que el dador adopta el carácter de Cristo, cuya naturaleza es dar”.
1.-. En este sentido la actitud de dar y el carácter del dador están estrechamente relacionados.
Damos según el fruto que producimos, y producimos de lo que somos. Un manzano produce manzanas y no naranjas u otra fruta. No puede producir un fruto diferente a su naturaleza. Jesús dijo que “por el fruto se conoce el árbol.”
2.-. Dado que nuestra vida es ilustrada en forma figurativa como un árbol, como cristianos necesitamos responder la pregunta: ¿Qué clase de fruto hay en mi árbol? No podemos dar lo que no tenemos. La pregunta obligatoria es: ¿Cómo es nuestro carácter, cristo céntrico o egocéntrico? De la respuesta que demos dependerá la naturaleza de nuestro dar. Si nuestro carácter es cristo céntrico, nuestro dar estará pleno de una actitud de amor, altruismo, liberalidad, generosidad, sensibilidad y empatía por las necesidades del otro; mentalidad de abundancia.
Por el contrario, si es egocéntrico, estará lleno de egoísmo, interés y mezquindad; mentalidad de escasez.
El dar está en la naturaleza de Dios…y en la vida recibida de Cristo
El dar está en la naturaleza misma de Dios. Tal como lo expresa 2 Corintios. 8:9. “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos”.
3.-. Como creyentes cristianos el dar (con generosidad y amor) también está en nuestra naturaleza espiritual recibida de Cristo. Al nacer de nuevo, recibimos la naturaleza de Dios, quien es amor; y el Espíritu Santo, nos capacita para dar con amor y generosidad.
División
Como cristianos dar es una vocación
El dar es una vocación ineludible a la que todo creyente cristiano está llamado, en concordancia con el ejemplo que el Señor Jesús les dejó a sus discípulos.
La Biblia nos exhorta, con prioridad, a cultivar una actitud liberal en cuanto al dar, más que una actitud de recibir. Ahora, esta actitud no emerge en forma automática; necesita ser trabajada, y aun forzada para que crezca y se desarrolle, hasta que se haga natural; un hábito; una manera característica de relacionarnos y de orientarnos en nuestra interacción con otros. “Jesús no dijo que sería más natural o fácil dar que recibir, sino que sería más bienaventurado.” 
4.-. Recibir puede resultar más natural que dar. La vida está diseccionada, por lo menos en todo el proceso de su crecimiento, por un continuo recibir. El bebé reclama con su llanto la comida y el afecto y atención de su madre. El esposo y la esposa esperan mutuamente por los elogios y las caricias hacia el otro. Todos esperamos recibir. Todos anhelamos ser reconocidos. Todos queremos ser estimados. Hay en cada pecho un corazón hambriento por recibir afecto y reconocimiento; y eso, en principio, no es cuestionable. Pero la vida cristiana es fundamentalmente dar.
Hay muchas personas que van por la vida buscando en lugar de dar. Pero la vida no puede edificarse, exclusivamente, sobre la base de lo que recibimos, sino sobre el fundamento de lo que damos. Un continuo anhelo de recibir, sin nunca dar, va desarrollando una vida egoísta y egocéntrica; centrada en las propias necesidades, e incapaz de ver y sentir las necesidades de otros.
Pocas personas conciben la felicidad desde el punto de vista de dar. Pero dar es vivir. Jesucristo dijo que más bienaventurado (dichoso y feliz) es dar que recibir. Esto demanda un cambio profundo de paradigma, además de un compromiso. Implica salir de nuestra zona de confort. No hay forma de dar sin comprometer nuestro tiempo, o dinero, o energías, o recursos de diversa índole.
Dar y recibir son recíprocos
En la medida que procuramos el bienestar de otros, nos hacemos la vida agradable a nosotros mismos. Cuando les damos a otros, somos satisfechos en nuestra necesidad de dar. Se ha dicho que no hay mejor manera de gozar de los bienes que dándolos.
Seamos bienaventurados al darle nuestro amor y esperanza a los necesitados. Son muchos los que padecen una penosa enfermedad; los que enfrentan las secuelas de un divorcio; los que experimentan la muerte de un ser querido; los que sobrellevan la rebeldía de un hijo; los que viven bajo el dominio de un vicio insuperable. Seamos bienaventurados en darles una palabra de aliento, un abrazo de esperanza y una real demostración de afecto a través de hechos.
La mayoría de las personas concentran sus esfuerzos en recoger frutos (recibir) en lugar de dar. Es más fácil ser un recibidor (consumidor) que un dador; por eso hay tantas personas alrededor de nosotros con necesidades que pocos pueden cubrir. Pero cuando nos disponemos a dar es inevitable recibir. Siempre que nos acercamos a los necesitados, inevitablemente somos bendecidos con su agradecimiento y amor, estableciéndose así una nutridora reciprocidad entre dar y recibir, entre dadivosos y necesitados.
Somos exhortados por la Palabra de Dios a imitar a Cristo en su actitud de dar. La expresión, “más bienaventurado es dar que recibir”, fue dicha por el hombre más dador que este mundo ha conocido, Jesús, quien encarnó con su ejemplo el más grande ejemplo de una vida invertida en otros. 
La vida y ministerio de Jesús fue un constante dar, servir y ayudar a la gente. Y en boca de Jesús, no sólo fue una frase piadosa, una predica retórica, sino una vocación y misión de vida. Cuando Él dijo eso, iba camino a la cruz donde daría su vida por toda la humanidad.
Cuando damos reproducimos en nuestra vida el carácter altruista y bondadoso de Dios. Dios da con generosidad; abundantemente. Su naturaleza que es amor, le demanda constantemente dar. Él necesita dar tan ciertamente como el sol necesita dar su luz mientras arde. Los cristianos, seguidores de Cristo, necesitamos reproducir el carácter liberal, desprendido, altruista, generoso y dador de nuestro maestro y modelo, Jesucristo.
Conclusión
Para reflexionar:
• ¿Prefiere ser consumidor de frutos (recibidor) o productor y dador de frutos?

• ¿Qué clase de fruto está produciendo usted para dar a otros?
• ¿Cómo es su carácter, cristo céntrico o egocéntrico?
• ¿Está cultivando conscientemente la vocación de dar, en línea con el ejemplo dejado por Jesús?

El que da al pobre no tendrá pobreza; Más el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones. Proverbios 28:27

A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar. Pro. 19:17.

Si hay un menesteroso contigo, uno de tus hermanos, en cualquiera de tus ciudades en la tierra que el Señor tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano a tu hermano pobre,… Deut. 15:7-11.


Porque Dios no es injusto como para olvidarse de vuestra obra y del amor que habéis 
mostrado hacia su nombre, habiendo servido, y sirviendo aún, a los santos.  Heb. 6:10.

No serán avergonzados en el tiempo malo, y en días de hambre se saciarán. Sal. 37:19.

Con generosidad le darás, y no te dolerá el corazón cuando le des, ya que el Señor tu Dios te bendecirá por esto en todo tu trabajo y en todo lo que emprendas. Deut. 15:10.

Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. Sal. 82:3

El que desprecia a su prójimo peca, pero es feliz el que se apiada de los pobres. Pro.14:21

El justo se preocupa por la causa de los pobres, pero el impío no entiende tal preocupación. Pro. 29:7

`Pero yo te libraré en aquel día'--declara el Señor-- `y no serás entregado en manos de los hombres que temes. Jer. 39:17.

que no oprime a nadie, ni retiene la prenda, ni comete robo, sino que da su pan al hambriento y cubre al desnudo con ropa. Eze. 18:16.


Antes bien, cuando ofrezcas un banquete, llama a pobres, mancos, cojos, ciegos.  Luc. 14:13-14.

Y os exhortamos, hermanos, a que amonestéis a los indisciplinados, animéis a los desalentados, sostengáis a los débiles y seáis pacientes con todos. 1 Tes. 5:14.

`Porque has guardado la palabra de mi perseverancia, yo también te guardaré de la hora de la prueba, esa hora que está por venir sobre todo el mundo para poner a prueba a los que habitan sobre la tierra. Ap. 3:10.

Porque el juicio será sin misericordia para el que no ha mostrado misericordia; la misericordia triunfa sobre el juicio. Stg. 2:13.

Porque Dios no es injusto como para olvidarse de vuestra obra y del amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido, y sirviendo aún, a los santos. Heb. 6:10.