El Propósito del Dolor en la Vida del Creyente
Autor
Teólogo. Cruz Monasterio
Tema: El Propósito del Dolor en la Vida del Creyente
Texto: (Fil. 1:29; “Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él.”)
Introducción
Es un tema profundo y significativo: Permítame compartir con ustedes algunas reflexiones basadas en la Biblia: Puesto que vivimos en un mundo Perjudicado por el pecado, la vida es dolorosa. Casi todo el mundo vive con alguna clase de dolor. El tipo de dolor varía; puede ser físico, relacional, mental, emocional, financiero, social o espiritual, pero siempre lastima. El dolor es inevitable; ninguno de nosotros puede decidir no padecerlo.
El Sufrimiento puede ser una Condición Emocional, Física, Psíquica o Espiritual: Aunque pueda parecer paradójico, la Biblia nos enseña que el sufrimiento puede ser un regalo de Dios para los creyentes. Cuando estamos en Cristo, podemos entender que el sufrimiento tiene un propósito. No se trata simplemente de dolor en sí mismo, sino de cómo Dios lo utiliza en nuestras vidas.
El Sufrimiento es para Conformarnos a la imagen de Cristo: El sufrimiento nos ayuda a conformarnos más a la imagen de Jesús. A través de las dificultades, Dios trabaja en nosotros para moldearnos y hacernos más como Él. Es un proceso de santificación en el que aprendemos a depender más de Dios y a reflejar Su carácter.
El Sufrimiento es para la Edificación del Creyente: El sufrimiento también edifica a la comunidad de creyentes. Cuando compartimos nuestras luchas y apoyamos a otros en sus momentos difíciles, fortalecemos los lazos entre nosotros. El sufrimiento nos hace más compasivos y solidarios.
El Sufrimiento es para la Expansión del evangelio: A veces, Dios utiliza nuestro sufrimiento para alcanzar a otros con el mensaje del evangelio. Nuestras experiencias de dolor pueden ser oportunidades para compartir cómo Dios nos ha sostenido y transformado.
División
La Biblia es clara con respecto a, que seguir a Cristo; no nos exculpa de sufrir. En lugar de ello, se nos dice que debemos esperar el sufrimiento. (1 Ped. 4:12-13; “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.”) (Jn 16:33; “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”)
Y que sufrir por Cristo debe ser considerado un privilegio. (Fil 1:29; “Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él.”). Dice el apóstol Pedro: (1 Ped. 4:19; “Así pues, los que sufren según la voluntad de Dios, entréguense a su fiel creador y sigan practicando el bien”) Someterse a la voluntad de Dios, no nos protegerá del sufrimiento, de hecho, a veces hacer lo correcto causa dolor. Tanto los creyentes como los no creyentes pasan por pruebas. Pero los cristianos tenemos una esperanza a la que aferrarnos; no solo nos consuela, sino que nos habilita a bendecir a otros. ¿Qué esperanza podemos depositar en el dolor? Dios promete que Él puede hacer el bien de cualquier cosa, incluso del dolor, si confiamos en Él. (Rom. 8:28; “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”) Es uno de los versículos preferidos de la Biblia. “…¿Que todas las cosas?…”. Esto incluye nuestras heridas, nuestros errores, pecados, nuestra condición genética y experiencias, e incluso lo que otros nos hacen. “Dios las dispone para el bien…” No todo es bueno, pero Dios siempre está disponiendo para nuestro bien en todo. Cualquiera puede hacer el bien del bien, pero Dios puede hacer el bien del mal. Él transforma crucifixiones en resurrecciones. “…De quienes lo aman…”. No se trata de una promesa general para todo aquel que experimenta el dolor. Si yo estoy viviendo en rebeldía con respecto al plan que Dios tiene para mí, o si rechazo el amor de Dios, todo propiciará mi destrucción y muerte. (Pro. 16:18-25; “Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu. Mejor es humillar el espíritu con los humildes Que repartir despojos con los soberbios. El entendido en la palabra hallará el bien, Y el que confía en Jehová es bienaventurado. El sabio de corazón es llamado prudente, Y la dulzura de labios aumenta el saber. Manantial de vida es el entendimiento al que lo posee; Mas la erudición de los necios es necedad. El corazón del sabio hace prudente su boca, Y añade gracia a sus labios. Panal de miel son los dichos suaves; Suavidad al alma y medicina para los huesos. Hay camino que parece derecho al hombre, Pero su fin es camino de muerte.”)
En Conclusión: “Los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.” La clave de nuestra esperanza es comprender el propósito de Dios para nuestra vida, incluyendo nuestro dolor. Solo entonces encontraremos sentido, beneficio e incluso gozo en nuestro sufrimiento. Dios establece y desarrolla estos propósitos en nuestra vida a través de la Palabra de Dios que renueva nuestra mente. (Jn. 17:17; “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.”) a través del espíritu de Dios que transforma nuestro carácter. (2 Cor. 3:17-18; “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”)
Y a través de las frecuentes circunstancias dolorosas de la vida que nos llevan a hacer elecciones. (Stg. 1:2-4; “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.”) El sufrimiento no es en vano. Si estamos en Cristo, podemos saber que es un regalo con el propósito de ayudarnos a conformarnos más a Su imagen. Por tanto, este es un hermoso principio clave en la vida cristiana: Debemos dar gracias a Dios por el sufrimiento, por lo que Él puede hacer a través del dolor en nuestras vidas.
0 Comentarios