Título: Las Parábolas de Jesús
Lectura Bíblica: (Mat. 13:34-35; "Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba; para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: "Abriré en parábolas mi boca; Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo.")
Introducción
Las parábolas de Jesús, son aquellas breves narraciones dichas por Jesús de Nazaret que encierran una educación moral y religiosa, revelando una verdad espiritual de forma comparativa. No son fábulas, pues en estas no intervienen personajes animales con características humanas, ni alegorías, pues se basan en hechos u observaciones creíbles, teniendo la mayoría de estos elementos de la vida cotidiana. Las parábolas se encuentran contenidas en los evangelios canónicos, aunque también se pueden encontrar en los evangelios Apócrifos, como el de Tomás y de Santiago, libros no considerados por el Espíritu de Dios. La finalidad de las parábolas de Jesús es enseñar cómo debe actuar un creyente para entrar al Reino de los Cielos y, en su mayoría, revelan también sus misterios. En ocasiones Jesús usó las parábolas como armas dialécticas, (o sea razonamiento lógico) contra líderes religiosos y sociales, como por ejemplo la Parábola del fariseo y el publicano.
En la Biblia se encuentran los siguientes textos titulados Propósito de las parábolas.
Jesús dice que enseña usando parábolas para que comprendan su mensaje sólo aquellos que han aceptado a Dios en su corazón; y para que los que tienen "endurecidos sus corazones" y han "cerrado sus ojos" No puedan entender. Por lo tanto comprender el mensaje de Jesús significaría ser un verdadero discípulo suyo y No entenderlo supone que no se está realmente comprometido con Él y por ende no podemos recibir su ayuda ni la de su mensaje. (Rom. 8:9; “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.”) Existen algunos debates sobre si este es el significado original del uso de las parábolas o si en realidad fue agregado por Marcos para reforzar la fe de sus lectores, tal vez cuando se vio perseguido. Esta explicación parece ser esencial para comprender del todo el mensaje real de las parábolas de Jesús, ya que deja claro que es necesario tener fe en Él para entenderlas, o de otro modo se ven confusas.
Definiciones: La palabra "fábula" designa una forma literaria que consiste en un relato figurado del cual, por analogía o semejanza, se deriva una enseñanza relativa a un tema que no es el explícito. Es en esencia, un relato simbólico o una comparación basada en una observación verosímil.
Los Sinónimos que le dan a la "parábola" (Narración, Fabula, Cuento, Alegoría, Metáfora, Ejemplaridad, Comparación, Prólogo). Tiene un fin didáctico y podemos encontrar un ejemplo de ella en los evangelios cristianos, donde Jesús narra muchas parábolas como enseñanzas al pueblo. El término "parábola" proviene del griego (parabolé, que significa comparación, semejanza), el nombre dado por los retores griegos a toda ilustración ficticia en la forma de una breve narración. Más adelante pasó a conocerse como narrativa ficticia, aludiendo generalmente a algo que puede ocurrir de forma natural, y por el cual se precisan asuntos morales y espirituales.
"Parábola" según el DRAE, la define como: "Narración de un suceso fingido, de que se deduce, por comparación o semejanza, una verdad importante o una enseñanza moral". Proviene del latín. Parábola, y este del griego. paaß???.[2]
Significado de "parábola," desde el punto de vista Teológico:
La "parábola" es una breve comparación basada en una experiencia cotidiana de la vida, cuyo fin es enseñar una verdad espiritual. No son fábulas ni alegorías porque se basan en un hecho o una observación real o por lo menos verosímil. Jesús utilizó parábolas frecuentemente para enseñar las verdades más elevadas en una forma que estuviese al alcance de todos. Su enseñanza contrastaba por su sencillez y sus imágenes con el estilo complejo de los antiguos filósofos.
La "parábola" no diluye lo que es profundo sino que acerca al corazón el mensaje por imágenes que ayudan a comenzar a razonar y nos dan una intuición en la que obra la gracia. Los doctores judíos también utilizaban parábolas, pero Jesús las llevó a la perfección. Sus parábolas sirven para todos en todos los tiempos. Jesús, después de enseñar al pueblo en parábolas, continuaba enseñando a los discípulos en privado más directamente y con más profundidad de lo que era posible para el pueblo. Así los formaba para después encargarlos de divulgar esas verdades.
(2) Cuando los discípulos le preguntaron por qué enseñaba con parábolas, Jesús les respondió: "Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: "Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis.”.
Usar parábolas es proceder como el padre de familia que saca de su arca las cosas antiguas y las nuevas.
[3] Principales parábolas enseñadas por Jesús. Significado de cada una de ellas. Una serie de parábolas que son adyacentes en uno o más evangelios tienen temas similares. La parábola de la levadura sigue a la parábola del grano de mostaza en Mateo y Lucas, y comparte el tema del Reino de los Cielos que crece de pequeños comienzos.
[4] La parábola del tesoro escondido y la parábola de la perla forma una pareja que ilustra el gran valor del Reino de los Cielos, y la necesidad de una acción en la consecución de la misma.
[5] Las parábolas de la oveja perdida, la moneda perdida, y el hijo pródigo forman un trío en Lucas que tratan con la pérdida y la redención
[6] La parábola del siervo fiel y la parábola de las diez vírgenes en Mateo, adyacentes, involucran a la espera de un novio, y tienen un tema escatológico: estar preparados para la hora del juicio. La parábola de la cizaña, la parábola del rico insensato, la parábola del árbol de higo, y la parábola de la higuera estéril
[7] También tienen temas escatológicos.
Otras parábolas independientes, como la parábola del siervo inútil, que trata de perdón, la parábola del Buen Samaritano, que trata de amor práctico, y la parábola del siervo vigilante, frente a la persistencia en la oración.
Pero en esta ocasión sólo analizaremos las más remarcadas, claro está que las demás no dejan de tener su debida importancia; sino que, las analizaremos las más mencionadas en el mundo cristiano.
Parábola del Sembrador (3)
Es una de las parábolas de Jesús encontrada en los tres Evangelios sinópticos, con la explicación de esta parábola que fue dada por Jesús a sus discípulos, en Mateo, Marcos y Lucas; como la mayoría de las parábolas.
El texto de la parábola según el evangelio de Marcos es el siguiente: "Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando Él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas en parábolas, diciendo: "He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad la tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parque cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno." El que tiene oídos para oír, que oiga".
(4) Interpretación, y significado
Es la más larga de las parábolas del reino y responde a una pregunta sobre por qué se producen efectos tan distintos en los que escuchan el mensaje del reino. La gracia es igual para todos, pero la libertad (o sea el libre Albedrío) de la humanidad lleva a tomar respuestas diferentes.
Los discípulos piden explicación: Probablemente, todos los que escuchaban tenían experiencia de la semilla, sembrada en tierra, ellos conocían las inquietudes por la cosecha abundante o malograda. Quizá por esto no era difícil extraer experiencias espirituales, pero los discípulos piden la explicación del Maestro para comprender, y reciben una primera lección sobre la necesidad de tener el corazón bien dispuesto y sobre las malas consecuencias de la dureza del corazón: "Los discípulos se acercaron a decirle: ¿Por qué les hablas en parábolas? Él les respondió: A vosotros se os ha dado conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no se les ha dado. Porque al que tiene se le dará y abundará, pero al que no tiene incluso lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. Y se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: "Con el oído oiréis, pero no entenderéis, con la vista miraréis, pero no veréis". Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y han cerrado sus ojos; no sea que vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan con el corazón y se conviertan, y yo los sane. "Bienaventurados, en cambio, vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. Pues en verdad os digo que muchos profetas y justos ansiaron ver lo que vosotros estáis viendo y no lo vieron, y oír lo que vosotros estáis oyendo y no lo oyeron".
La explicación para los que están bien dispuestos es la siguiente: "Escuchad, pues, la parábola del sembrador. Todo el que oye la palabra del Reino y no entiende, viene el maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: esto es lo sembrado junto al camino. Lo sembrado sobre terreno rocoso es el que oye la palabra, y al punto la recibe con alegría; pero no tiene en sí raíz, sino que es inconstante y, al venir una tribulación o persecución por causa de la palabra, enseguida tropieza y cae. Lo sembrado entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este mundo y la seducción de las riquezas sofocan la palabra y queda estéril. Por el contrario, lo sembrado en buena tierra es el que oye la palabra y la entiende, y fructifica y produce el ciento, o el sesenta, o el treinta".
El fruto depende de la libertad del hombre: La semilla tiene poder de fructificar siempre; pero el fruto depende de la libertad del hombre, que puede estar condicionada por el maligno, por la propia inconstancia o por las dificultades externas o internas, o por la seducción del mundo y las riquezas. La misma variedad de frutos muestra la calidad de la fe y de las buenas disposiciones en los que la escuchan y llevan a la práctica la doctrina. El mensaje es claro en esta parábola acerca del reino, que no puede darse con violencia, sino que debe ser aceptado con libertad para arraigar y dar fruto.
Muchos eruditos piensan que la parábola era originalmente optimista en perspectiva, ya que a pesar de los fracasos, finalmente la siembra de la "semilla" será exitosa, echará raíces y producirá muchos "frutos". Acorde a la fuente canónica, que establece que el libro de Marcos fue el primero de los evangelios sinópticos en ser escrito, la parábola del sembrador vendría a ser también la primera parábola en ser escrita, pues es la primera parábola de este libro. Marcos usa esto para resaltar la reacción que las anteriores enseñanzas de Cristo han tenido sobre las personas, como también la reacción que el mensaje cristiano ha tenido en el mundo durante las tres décadas desde el ministerio de Cristo hasta la escritura del Evangelio. La parábola ha dado a entender algunas veces que hay (al menos) tres "niveles" del divino progreso y la salvación.
(5) La parábola de la semilla de mostaza: Es una de las tantas parábolas relatadas por Jesús de Nazaret transmitida en el Nuevo Testamento por los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas.
En el evangelio según San Mateo Jesús dice lo siguiente: Aquí tienen una figura del Reino de los Cielos: el grano de mostaza que el hombre tomó y sembró en su campo, es la más pequeña de las semillas pero cuando crece se hace más grande que las plantas del huerto. Es como un árbol de modo que las aves vienen para posarse en sus ramas.
Interpretación, y significado: La parábola del grano de mostaza, que también aparece en el capítulo 4 de Marcos, resalta dos ideas: en primer lugar, el sorprendente crecimiento en la cantidad de personas que han aceptado el mensaje del Reino, y en segundo lugar, la protección que estas reciben. Jesús dijo: "¿A qué hemos de asemejar el reino de Dios, o en qué ilustración lo presentaremos? Como un grano de mostaza, que al tiempo que se sembró en la tierra era la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra..., pero cuando se ha sembrado, sale y se hace mayor que todas las demás legumbres, y produce grandes ramas, de modo que las aves del cielo pueden hallar albergue bajo su sombra".
En esta parábola se habla del crecimiento del "reino de Dios", crecimiento que se manifiesta en la gran difusión que ha tenido el mensaje del Reino y en el aumento que ha experimentado las congregaciones cristianas. El grano de mostaza, que es diminuto, se utiliza a veces para representar cosas muy pequeñas (Lucas 17:6; “Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecerá.”)
Pero, aunque es de tamaño reducido, produce una planta que puede alcanzar una altura de 3 a 5 metros (10 a 15 pies) y llegar a tener ramas fuertes, por lo que prácticamente se la puede considerar un árbol.
(6) Desde el establecimiento del Reino de Dios en los cielos, las ramas del simbólico árbol de mostaza se han extendido mucho más allá de lo esperado. El pueblo de Dios ha presenciado el cumplimiento literal de la siguiente profecía del libro de Isaías: "El pequeño mismo llegará a ser mil, y el chico una nación poderosa".
(7) Pero ahí no termina el crecimiento. Llegará el momento en que toda persona que viva en este planeta sea súbdito del Reino de Dios. Para entonces, todos los malvados habrán sido eliminados. Y eso no ocurrirá gracias a los esfuerzos humanos, sino a la intervención del Señor Soberano Jehová. (Daniel 2:34-35; “Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra.”). Entonces veremos el cumplimiento final de otra profecía de Isaías, que dice: "La tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar."
Jesús dijo que las aves del cielo hallan refugio bajo la sombra del árbol, es decir, del Reino. Estas aves no representan a los enemigos del Reino que intentan comerse las semillas, como sucede con las aves de la parábola de los diferentes tipos de terreno. En la parábola del grano de mostaza, las aves representan a la gente de corazón recto que buscan refugio en las congregaciones cristianas. Tales personas ya están recibiendo protección de las prácticas amoral (o sea Inmoral) y espiritualmente degradante de este mundo. Jehová hizo una comparación similar entre el Reino mesiánico y un árbol al profetizar lo siguiente: "A la montaña de la altura de Israel la trasplantaré, y ciertamente echará ramas mayores y producirá fruto y llegará a ser un cedro majestuoso. Y debajo de él realmente residirán todos los pájaros de toda ala; en la sombra de su follaje residirán."
(9) La parábola del Buen Samaritano: La parábola del buen samaritano es una de las parábolas de Jesús más conocidas, relatada en el Evangelio de Lucas. Se la considera una de las parábolas más realistas y reveladoras del método didáctico empleado por Jesús de Nazaret, un ejemplo expresivo e incisivo de su mensaje exigente. Presenta el tono que caracteriza a las llamadas parábolas de la misericordia propias del Evangelio de Lucas. La parábola es narrada por el propio Jesús a fin de ilustrar que la caridad y la misericordia son las virtudes que guiarán a los hombres a la piedad y la santidad. Enseña también que cumplir el espíritu de la ley, el amor, es mucho más importante que cumplir la letra de la ley. En esta parábola, Jesús amplía la definición de prójimo. La elección de la figura de un samaritano, considerado un herético para los sectores más ortodoxos de la religión hebrea, sirve para redefinir el concepto de prójimo que se manejaba entonces. Jesús, mediante esta parábola muestra que la fe debe manifestarse a través de las obras, revolucionando el concepto de fe en la vida religiosa judía, entre los cuales resaltaban grupos como el de los fariseos a quienes Jesús en numerosas ocasiones llama hipócritas por su excesivo apego a la letra de la ley y su olvido por cumplir el espíritu de la ley. El contraste establecido entre los prominentes líderes religiosos inmisericordes y el samaritano misericordioso, es un recordatorio a los maestros de la ley (como es el caso del interlocutor de Jesús) de que estaban olvidando el principio de la verdadera religión y Jesús emplea un personaje despreciado por ellos un Samaritano para mostrarles su error. (Stg. 1:26-27; “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.”)
(10) La narración comienza cuando un doctor de la ley le preguntó a Jesús con ánimo de ponerlo a prueba qué debía hacer para obtener la vida eterna. Jesús, en respuesta, le preguntó al doctor qué está escrito en la ley de Moisés. Cuando el doctor cita la Biblia, y precisamente: "amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas", y la ley paralela "amarás a tu prójimo como a ti mismo"
(11) Jesús dijo que había respondido correctamente y lo invitó a comportarse en consecuencia. En ese punto, queriendo justificar su pregunta, el doctor preguntó a Jesús quién era su prójimo. Jesús le respondió con la parábola.
"Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle, y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verlo, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio lo vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verlo tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gusta algo más, te pagaré cuando vuelva.". ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?". El doctor dijo: "El que practicó la misericordia con él."
Dijo Jesús: "Vete y haz tu lo mismo."
Es de notar que Jesús no definió, tal como pretendía el doctor de la ley, quién es el prójimo: solo preguntó quién obró como prójimo del herido. Por la respuesta del legista queda implícito que se considera "prójimo" a todo aquel que obra compasivamente con otro hombre, es decir, la definición se da en función de la obra. Asimismo, el legista no respondió a Jesús directamente ("el samaritano"), sino indirectamente, al decir "el que tuvo compasión de él", lo que en general se interpreta como una dificultad de su parte en reconocer que no fueron el sacerdote o el levita quienes observaron el espíritu de la ley sino alguien que, en el ambiente judío, era considerado un hereje, un paria.
(12) Estructura del pasaje: El pasaje del Evangelio de Lucas mostrativo del método didáctico usado por Jesús de Nazaret consta de los siguientes elementos: Pregunta de un maestro de la ley (Luc. 10:25; “).
Contra pregunta de Jesús (Luc. 10:26; “).
Respuesta del maestro de la ley (Luc. 10:27; “).
Mandato de Jesús (Luc. 10:28).
Nueva pregunta del maestro de la ley (Luc. 10:29).
Contra pregunta de Jesús que contiene la parábola del buen samaritano (Luc. 10:30-36).
Respuesta del maestro de la ley (Luc. 10:37).
Mandato de Jesús (Luc. 10:37).
Contexto geográfico: el camino de Jerusalén a Jericó
En la época de Jesús, era notorio el peligro y la dificultad que caracterizaba al camino de Jerusalén a Jericó, conocido como "Camino de Sangre", en razón de la sangre que allí se derramaba, de las muertes que ocurrían por causa de los ladrones. El camino se iniciaba a unos 750 metros sobre el nivel del mar, y bajaba unos mil metros hasta alcanzar Jericó, en el valle del Jordán, a 258 metros bajo el nivel del mar.
Personajes de la parábola.
El Sacerdote y el levita: El sacerdote y el levita son los dos personajes que primero pasan por delante del judío apaleado y lo ignoran, siguiendo su camino a Jerusalén. Normalmente pensaríamos que esa actitud se debía a una pobre compasión y a una indiferencia al dolor, pero el significado va más allá. Es muy probable que ambos clérigos fueran rumbo a Jerusalén a oficiar en el Templo. La ley establecía que quien tocara un cadáver ensangrentado quedaría impuro hasta la noche, y alguien impuro no podía participar de los rituales religiosos. Estos dos destacados representantes de la observancia de la ley no ayudan al hombre que había sido totalmente despojado y se encontraba aparentemente muerto, por temor a contaminarse. Es por ello que el simbolismo del sacerdote y el levita no es de impiedad ni de crueldad, sino de anteponer formalismos rituales a la misericordia y el perdón. Esta imagen de la balanza entre el espíritu de la ley y la letra de la ley es uno de los pilares de la enseñanza de Jesús, y también del Antiguo Testamento: "misericordia quiero y no sacrificios".
(13) El samaritano: La imagen del samaritano como el piadoso salvador del judío apaleado constituye toda una fragua al concepto de "prójimo". Los samaritanos y los judíos constituían rivales irreconciliables; unos a otros se consideraban herejes. Los judíos fundamentaban sus razones en que los samaritanos hacían su culto en el monte Garizim (o Gerizim) en lugar del Templo de Jerusalén. Además, solamente aceptaban a Moisés como único profeta, y no reconocían la tradición oral del Talmud, el libro de los Profetas ni el de los Escritos. Por su parte, los samaritanos odiaban a los judíos por las veces que estos habían destruido y profanado el santuario de Garizim.
Ciertamente no están mencionados sin intención el sacerdote y el levita. A buen seguro que tampoco es casual atribuir al hombre misericordioso condición de samaritano. Todo ello está muy deliberadamente escogido para subrayar la nueva noción de prójimo que Jesús quiere promulgar. Porque esta es la escuela y acerada enseñanza de su parábola: el amor al prójimo es hacer esto, y el prójimo es éste, un samaritano, un extraño.
Enseñanza fundamental.
El pasaje, presenta dos significados: Una lección de misericordia hacia los necesitados, y un anuncio de que los no judíos pueden también observar la ley y, en consecuencia, entrar en la vida eterna. Jesús no hace distinciones entre los hombres en este aspecto: todos son «prójimos», sin importar nacionalidad, religión, ni ideas políticas; porque prójimo es sinónimo de próximo, cercano. Asimismo, el sujeto tampoco reconoce límites, significando que la práctica del mandamiento del amor es para todos. Jesús escoge a un samaritano para ilustrar el concepto de un sujeto cuya extensión es ilimitada.
En efecto, el objetivo de la parábola es "detener la atención del lector para obligarlo a imitar el comportamiento de un (Paria, o sea un hombre despreciable) por los judíos, un samaritano."
Simbología e importancia. Esta parábola es una de las más famosas del Nuevo Testamento, y su influencia es tal que el significado actual de samaritano en la cultura occidental es el de una persona generosa y dispuesta a ofrecer ayuda a quien sea que lo requiera. El "buen samaritano" se convirtió en símbolo típico de la fraternidad humana y del humanitarismo.
La parábola del Hijo Pródigo: La parábola del hijo pródigo es el término popular que describe a una de las parábolas de Jesús de Nazaret recogida en el Nuevo Testamento, específicamente en el evangelio según San Lucas.
Sentido de la Parábola: Esta parábola, como muchas otras de Jesús (Como la: Parábola del fariseo y el publicano) se enmarca como respuesta a una crítica de los fariseos y los escribas, expertos judíos en la Ley mosaica, que estos le propinaban por andar y compartir en presencia de pecadores. La parábola fundamentalmente recalca la misericordia de Dios hacia los pecadores arrepentidos y su alegría ante la conversión de los descarriados; esto ha llevado a muchos teólogos y expertos bíblicos a pensar que el nombre de la parábola debería ser "el padre misericordioso", en lugar de "el hijo pródigo". En efecto el enfoque de la parábola no es el hijo joven, rebelde y luego arrepentido, sino el padre que espera y corre para dar la bienvenida al hogar a su hijo. El mensaje teológico que brinda esta parábola constituye la cimentación de la prédica de Cristo, siempre guiada a la conversión de los pecadores, al perdón de los pecados y al rechazo a los formalismos que apartan al creyente de la verdadera fe y misericordia.
Personajes de la Parábola: El Hijo pródigo. Es sobre quien gira la historia aparente, pues es quien hila las tres escenas de esta, el pecado, el arrepentimiento y el perdón. Representa a la humanidad pecadora y descarriada que se ha olvidado de Dios. Su entrada comienza informándonos que es el menor de dos hermanos y que le pide al padre su parte de la herencia. Teológicamente podría interpretarse a dicha herencia como los dones y gracias que Dios pone en cada uno de nosotros, por lo que la escena rememora el Jardín del Edén en el momento de la caída en el pecado; el hijo exige su libertad para usarla fuera de la voluntad de su padre.
Posteriormente se señala que malgasta esa herencia viviendo como un libertino, o sea su pecado no está tanto en la reclamación de su libertad como en la utilización descarriada de la misma que lo lleva al fracaso. Otro factor a tener en cuenta es que, para la comunidad Judía de ese tiempo, el cerdo era un animal abominable tal como se describe en la ley de Moisés.
ni aún se podía criar, esto enseña que el pecado y la vida de libertinaje lleva al hijo pródigo, en un acto desesperado, a cometer un acto abominable y como consecuencia, empeora más su situación. Esta parábola describe posteriormente la escena del arrepentimiento. Tras la vida de derroche y libertinaje, el hijo cae en la miseria y reflexiona acerca de su provecho personal y cae en cuenta que le traerá mayor bienestar regresar donde el padre que seguir por su cuenta. Aquí hay varios aspectos muy interesantes desde una perspectiva teológica, en primer lugar refleja que las desgracias que provoca el pecado no son castigos divinos sino resultado de las malas acciones que siempre acaban mal, por otro lado refleja una actitud interesada en la conversión, es decir se arrepiente racionalmente y no sentimentalmente, va buscando un provecho personal y no la santidad en sí, de ahí que prepare una disculpa para el padre en la que le pida que lo acepte como trabajador. Parte de regreso a casa de su padre y encuentra en este un perdón incondicional. Se puede decir que su verdadera conversión, el arrepentimiento real, ocurre en este momento pues ve en la actitud del padre desinterés y amor, principales características de una verdadera conversión. Esta conversión ocurre al acudir a Dios y al arrepentirnos de las malas acciones de nuestra vida.
El Padre misericordioso: Este es verdaderamente el personaje central de la parábola. Representa a Dios Padre y fundamentalmente su atributo de misericordia. Desde el comienzo de la parábola se nos lanza una enseñanza, el padre tenía dos hijos. Aquí los dos hijos representan a la humanidad entera, uno a los pecadores que se alejan de la voluntad del Padre y el otro a los que se someten a esta, pero ambos son merecedores de la herencia paterna. El padre respeta y acepta la determinación que su hijo toma por su libre albedrío, le reparte su herencia y lo deja marcharse. Esta imagen nos presenta a un Dios que no es ni dictador, ni prepotente, que nos muestra el camino, nos da su heredad pero nos deja libres para que escojamos nuestro destino. La otra aparición del padre es la manifestación de su plena misericordia. Al ver a su hijo que regresa sale a buscarlo corriendo y antes de que diga palabra alguna lo abraza y lo besa. En esta imagen se explica como Dios, incluso sabiendo que la conversión no es completa y que puede haber un trasfondo, sale en busca de aquel que lo necesita y lo llama, aceptándolo sin reprocharle su descarrío ni su indiferencia anterior. Por otra parte en su diálogo con su primogénito se transluce cómo Dios no descuida a aquellos que lo han seguido justamente y cómo ante el pecado de los justos su reclamo es tierno pero firme.
Primogénito: El primogénito es el personaje que menos participa en la parábola. Representa a los justos y fieles hijos de Dios, que se someten a la voluntad del Padre. El verdadero sentido de este personaje es mostrarnos como los fieles de Dios también caen en el pecado, en este caso la soberbia, y representa muy bien a los fariseos y escribas a los que Jesús le hablaba. Al reprocharle al padre lo que le hace a su hermano en comparación con lo que ha hecho por él se muestra que también en su fe su obediencia existía un móvil interesado.
Enseñanza fundamental: Esta parábola transmite una enseñanza tanto para los fariseos y escribas como para los pecadores y publicanos. Hoy en día puede decirse que sirve de enseñanza para los fieles cristianos y para el resto de las personas. A los primeros les muestra su debilidad ante la tentación. Indica que el pecado de soberbia puede alojarse fácilmente en ellos por profesar una fe, al mismo tiempo trasluce que la fe cristiana no consiste solamente en participar en ritos y liturgias sino en practicar la misericordia y no juzgar a los demás. En relación a lo segundo consiste en una invitación a la conversión. Así se les muestra las terribles consecuencias del pecado y de las malas acciones, la importancia de un verdadero arrepentimiento y la misericordia de Dios que todo lo perdona.
(16) Punto de Vista Judío Nazareno: Dentro del judaísmo nazareno esta parábola o Midrash [8] cobra un cariz totalmente diferente al tradicional. La parábola ha sido vista como el retorno de la Casa de Efraín, las Diez Tribus perdidas de Israel, y su final unión a la Casa de Judá. Inclusive ha sido preservado con un nombre distinto: El Midrash del "Amor del Padre", puesto que el personaje central de la narrativa no es el hijo necio sino el padre amoroso. El análisis textual de este bellísimo Midrash, de acuerdo a la teología judía nazarena es trascendental para entender el futuro retorno de la Casa de Efraín.
[17] Pasukim que proviene del hebreo Pasuk, que designa el versículo bíblico.
Etimológicamente significa división y es el participio pasivo de la primera forma del verbo pasak (dividir).
En cuanto a los orígenes de la división del texto sagrado en versículos creen los críticos que hay que buscarlos en la misma época y momento de la redacción última del canon actual, por más que hay divergencias en cuanto a este punto entre los Setenta y el texto hebreo; parece que la división en versículos de este último en su estado actual es obra de la Masora.
(18) La historia inicia diciendo que un hombre tenía dos hijos. En los profetas estos dos hermanos son descritos como hijos o hermanos. El mayor quien representa a la Casa de Judá, y el menor quien toma la imagen de la casa de Efraín. Este último pidió a su padre la parte de la herencia que le correspondía. De acuerdo al Talmud había dos formas de transmitir los bienes: Por testamento tras el deceso del padre, y por donación en vida. En el segundo caso, el hijo recibe la herencia pero no los intereses o su usufructo. En caso de venta, el comprador no podía tomar posesión del inmueble hasta que el padre haya fallecido. Lo sorprendente de esta narrativa; y sin duda causó desasosiego en los que escucharon este Midrash de labios de Yeshúa ben David fue que el hijo menor que se atrevió a pedir el control completo de la herencia, dejando a su padre desprotegido. El hijo mayor también recibió sus bienes en donación, la doble porción del primogénito, pero su ambición no le llevó a los extremos del hijo menor.
(19) El hijo menor vendió todo y con el dinero emigró a una provincia lejana del Imperio Romano donde vivió perdidamente. En otras palabras se asimiló en la población gentil. Tras haber agotado sus recursos, sin amigos ni consuelo decidió tomar un trabajo que acarreaba maldición, cuidando una piara de cerdos. Su hambre era tan acuciante que hubiera querido comer el pienso de los animales, pero nadie se lo daba. En breves palabras Yeshúa reflejó la dura realidad de la asimilación y el exilio, donde el judío se veía (y se ve en la actualidad) forzado a comprometer sus principios religiosos para sobrevivir. El hecho que el hijo menor cuidará animales impuros, y no pudiera guardar el Shabbat o alguna otra de las solemnidades lo abismo (o sea lo hundió, lo sumergió) en la apostasía.
(20) Entonces se "volvió hacia sí", esta es una expresión hebrea que significa "hacer penitencia". Arrepentirse en polvo y ceniza.
Y se puso en marcha mientras elaboraba su petición de perdón. No tenía esperanzas de ser recibido como hijo, dado que ya no tenía ningún derecho para un techo, vestido o comida, solamente anhelaba ser recibido como jornalero y ganarse su sustento. (1 Tim. 6:8; “Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.”)
(21) Cuando su padre lo avistó a lo lejos no esperó a recibirlo, corrió hacia él y lo besó largamente como señal de perdón (compárese con 2 Samuel) Para el mes oriental de edad madura de aquellos lejanos días correr aun cuando había prisa era considerado un acto desacostumbrado y poco digno. Que el padre del relato no se hubiera molestado en guardar las apariencias indicó a los oyentes del Midrash cuánto amaba a su hijo perdido.
(22) Rápidamente, el hijo dio inicio a su petición de perdón pero jamás llegó a decir "hazme como uno de tus jornaleros" porque su padre ya había dado tres órdenes a sus siervos semejantes a las que dio el faraón para elevar a Yosef haTzadika la dignidad de virrey (23). "Poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta".
"Sacad el mejor vestido, y vestidle". Un vestido de fiesta confeccionado con una tela preciosa, elevando a su vástago al nivel de un invitado de honor. (24) En el antiguo oriente no eran conocidas las condecoraciones o medallas, si se deseaba honrar a alguien se le daba una ropa lujosa (compárese Génesis 37:3; “Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores.”) (25). "Y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies". Un anillo y calzado. El anillo era en realidad un sello con el nombre familiar que se empleaba para firmar documentos legales (compárese con Hageo 2:23; “En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, te tomaré, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, dice Jehová, y te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice Jehová de los ejércitos.”) (26), mientras que el calzado era para indicar que ya no era más un esclavo o un sirviente.
"Y traed el becerro engordado y matadlo, y comamos y hagamos fiesta". Por lo general las familias judías comían carne en los días de fiesta como Shabbat [12]o Sukot si lo permitía el presupuesto familiar; pero si su situación era económicamente estrecha se optaba con cebar algún cordero, cabra o carnero para ocasiones especiales. En este caso se sacrificó el becerro cebado de la familia para hacer un banquete de honor y una fiesta con música, palmadas, gritos de júbilo y danzas de varones.
(27) El padre introdujo en su casa al hijo perdido y explicó su alegría a los miembros de la familia e invitados en los siguientes términos: "Porque mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado". Hay dos imágenes muy importantes en este pasaje: La resurrección de los muertos en las palabras "muerto era, y ha revivido" y la reunión de los exiliados de los cuatro puntos de la tierra en la expresión "perdido, y es hallado".
(28) El paralelismo con las profecías de las dos casas es notable.
Cuando llegó del campo el hijo mayor, el cual representa a la Casa de Judá, rehusó a unirse a la fiesta y dar la bienvenida a su hermano menor. Ante las circunstancias, el padre tuvo que salir fuera a hablarle amistosamente. Sin embargo, el hijo mayor cegado por los celos llegó al extremo de reprochar a su padre y censurar a su hermano, a quien niega todo parentesco aplicándole públicamente la palabra "este" en tono despectivo y "tu hijo" en lugar de "mi hermano". (29) Con estas palabras casi lapidarias el Mesías revela una dolorosa situación para los tiempos de la restauración: El duro rechazo de la Casa de Judá hacia sus hermanos de la Casa de Efraín que vuelven de las naciones sin medios ni formas de comprobar su ju-deidad. Rechazados por los gentiles por juzgarlos demasiado judíos, y despreciados por los hebreos por considerarlos demasiado gentiles. Sombras desconocidas que serán leyenda. Pese a ello, la Casa de Efraín vuelve llevando dentro de su ser un alma judía que ama al Todopoderoso, a la nación de Israel, a la Ley de Moshé y a su Mesías."
3.4.8.6 Las parábolas y palabras simbólicas de Jesús
En sus prédicas, Jesús usaba muchas parábolas, incluyendo en esos discursos simbólicos el mundo cotidiano de sus oyentes. En Mateo 13:34-35; dice: “Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba; para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: ‘Abriré en parábolas mi boca; declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo´".
Tomaba como tema para sus parábolas los elementos esenciales de su doctrina haciendo accesibles los misterios del reino de los cielos: (Mat. 13:1; “El reino de los cielos es semejante...")
Más de cuarenta parábolas fueron transmitidas por los primeros tres Evangelios. A través de ellas, Él explicó aspectos esenciales del Evangelio: la cercanía del reino de Dios, el mandamiento de amor al prójimo, la actitud del hombre, la venida del Hijo del Hombre.
El reino de Dios está presente en Jesucristo
En la parábola de la semilla de mostaza, Jesús mostró el modesto comienzo del reino de Dios y su crecimiento. En la parábola de la levadura, dejó en claro que al final Cristo prevalecerá sobre todo (Mat. 13:31-33).
En la parábola del tesoro escondido en el campo y en la parábola de la perla de gran precio se muestra al hombre que reconoce la riqueza escondida en Cristo y aprovecha la posibilidad que se le ofrece de tomar parte en el reino de Dios. (Mat. 13:44-46). En este reino de Dios, el “reino de los cielos que se ha acercado", Dios se manifiesta como el Padre celestial lleno de amor. Así, las parábolas de la oveja perdida, de la moneda perdida y del hijo pródigo (Luc. 15:4-32) muestran la voluntad de reconciliación y el amor de Dios hacia el pecador. El Señor invita a todos sin acepción de personas, ofreciéndoles comunión con Él.
El amor al prójimo: Los mandamientos más grandes en la ley son amar a Dios y amar al prójimo. En el relato del buen samaritano. (Luc. 10:30-35; “Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.”), el Hijo de Dios dio una idea clara de quién es el prójimo y de que el amor al prójimo significa no cerrar los ojos ante la necesidad de los demás, sino proveer ayuda. El modo de practicarlo puede deducirse también de la parábola del juicio de las naciones. (Mat. 25:35-36; “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.”).
La actitud del hombre: La parábola del fariseo y el publicano. (Luc. 18:9-14; “A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.
Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.”)
Está parábola esta orientada a la actitud del corazón del hombre: no aquel que se alaba por sus obras, sino aquel que se acerca a Dios en humildad y busca gracia, será hecho justo. También en la parábola del sembrador uno de los temas es la actitud del hombre: demuestra que para recibir correctamente la palabra de Dios es necesario un corazón temeroso de Dios (entre otros, Luc. 8:15; “Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.”)
La parábola del ciervo malvado también está relacionada con la actitud del corazón: se trata del perdón y convoca a los que han recibido la gracia de Dios a acoger a los demás con misericordia. Para aquel que reconoce la grandeza del amor de Dios será una necesidad reconciliarse con el prójimo. (Mat. 18:21-34; “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. 35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.”)
La venida del Hijo del Hombre: En las parábolas sobre la venida del Hijo del Hombre, Jesús reveló acontecimientos futuros. Mateo 24:37-39 realiza una comparación entre el tiempo previo a su retorno y los días de Noé: el retorno de Cristo será repentino. En este sentido, la parábola del ladrón en la noche finaliza con la exhortación: “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis" (Mat. 24:44; “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.”). El mismo mensaje transmite la parábola de las vírgenes prudentes e insensatas. (Mat. 25:1-13; “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.”): hay que velar y estar preparados para el repentino retorno del Señor.
La parábola de los talentos: Exhorta a aprovechar el tiempo previo al retorno de Cristo. (Mat. 25:14-30; “Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.”)
Todas estas parábolas profundizan en la comprensión de lo expresado por Jesús sobre su retorno, sobre la salvación y el juicio, sobre su reinado en la consumación de los siglos, sobre las potestades del mundo y sobre la vida eterna como verdadera vocación de los hombres.
Palabras simbólicas: En el Evangelio de Juan se encuentran palabras simbólicas que ponen de manifiesto la naturaleza de Jesús y por lo tanto son una automanifestación del Hijo de Dios. En los “Yo soy" se presenta como “el pan de vida" (Jn. 6:35; “Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.”) y “la luz del mundo" (Jn. 8:12; “Otra vez Jesús les habló, diciendo:Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.”). Él también es la “puerta" para la salvación. (Jn. 10:9; “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.”) y la “vid" (Jn. 15:5; “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”). Jesucristo es “resurrección", “el camino, la verdad y la vida" (Jn. 11:25; “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” 14:6; “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”); sólo Él abre el acceso a Dios, el Padre. Estos siete “Yo soy" muestran la pretensión sublime y divina de Jesús: Él no sólo es el Enviado del Padre, sino Dios mismo.
¿Sabías que también en el Antiguo Testamento existen parábolas? ¡Sí! ¡Y hasta fábulas, esas historietas en que animales y árboles se comportan como si fueran personas! ¿Las recuerdas? Puedes repasar el siguiente pasaje bíblico, para que veas un ejemplo: (Jueces 9:8-15; “Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros. Mas el olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el cual en mí se honra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles? Y dijeron los árboles a la higuera: Anda tú, reina sobre nosotros. Y respondió la higuera: ¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a ser grande sobre los árboles? Dijeron luego los árboles a la vid: Pues ven tú, reina sobre nosotros. Y la vid les respondió: ¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles? Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: Anda tú, reina sobre nosotros. Y la zarza respondió a los árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano.”)
Jesús fue, no obstante, y sin lugar a dudas, el insuperado e insuperable maestro en el uso de las parábolas. Nadie las ha creado ni usado como Él. Sus parábolas se destacan tanto por la sencillez y la belleza del relato mismo, como, sobre todo, por la profundidad de su significado. Y las conocen no solo quienes se confiesan cristianos. Más aún, los títulos con que conocemos algunas de ellas se han convertido en fórmulas independientes, de uso general. Así, al hijo descarriado se le llama «hijo pródigo», y a la persona que hace el bien sin medir el sacrificio se le conoce como un «samaritano».
Parábolas en el Antiguo Testamento: (Jue. 9.7-15; “Y los de Israel respondieron a los heveos: Quizás habitáis en medio de nosotros. ¿Cómo, pues, podremos hacer alianza con vosotros? Ellos respondieron a Josué: Nosotros somos tus siervos. Y Josué les dijo: ¿Quiénes sois vosotros, y de dónde venís? Y ellos respondieron: Tus siervos han venido de tierra muy lejana, por causa del nombre de Jehová tu Dios; porque hemos oído su fama, y todo lo que hizo en Egipto, y todo lo que hizo a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán: a Sehón rey de Hesbón, y a Og rey de Basán, que estaba en Astarot. Por lo cual nuestros ancianos y todos los moradores de nuestra tierra nos dijeron: Tomad en vuestras manos provisión para el camino, e id al encuentro de ellos, y decidles: Nosotros somos vuestros siervos; haced ahora alianza con nosotros. Este nuestro pan lo tomamos caliente de nuestras casas para el camino el día que salimos para venir a vosotros; y heló aquí ahora ya seco y mohoso. Estos cueros de vino también los llenamos nuevos; helos aquí ya rotos; también estos nuestros vestidos y nuestros zapatos están ya viejos a causa de lo muy largo del camino. Y los hombres de Israel tomaron de las provisiones de ellos, y no consultaron a Jehová. Y Josué hizo paz con ellos, y celebró con ellos alianza concediéndoles la vida; y también lo juraron los príncipes de la congregación.”)
(2 Sam 12.1-4; “Jehová envió a Natán a David; y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. El rico tenía numerosas ovejas y vacas; pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija. Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él.”)
(2 Sam 14.1-7; “Conociendo Joab hijo de Sarvia que el corazón del rey se inclinaba por Absalón, envió Joab a Tecoa, y tomó de allá una mujer astuta, y le dijo: Yo te ruego que finjas estar de duelo, y te vistas ropas de luto, y no te unjas con óleo, sino preséntate como una mujer que desde mucho tiempo está de duelo por algún muerto; y entrarás al rey, y le hablarás de esta manera. Y puso Joab las palabras en su boca. Entró, pues, aquella mujer de Tecoa al rey, y postrándose en tierra sobre su rostro, hizo reverencia, y dijo: ¡Socorro, oh rey! El rey le dijo: ¿Qué tienes? Y ella respondió: Yo a la verdad soy una mujer viuda y mi marido ha muerto. Tu sierva tenía dos hijos, y los dos riñeron en el campo; y no habiendo quien los separase, hirió el uno al otro, y lo mató. Y he aquí toda la familia se ha levantado contra tu sierva, diciendo: Entrega al que mató a su hermano, para que le hagamos morir por la vida de su hermano a quien él mató, y matemos también al heredero. Así apagarán el ascua que me ha quedado, no dejando a mi marido nombre ni reliquia sobre la tierra.”)
(Isa. 5:1-7; “Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres. Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña. ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres? Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada. Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella. Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor.”)
Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, ¿qué es la madera de la vid más que cualquier otra madera? ¿Qué es el sarmiento entre los árboles del bosque? ¿Tomarán de ella madera para hacer alguna obra? ¿Tomarán de ella una estaca para colgar en ella alguna cosa? He aquí, es puesta en el fuego para ser consumida; sus dos extremos consumió el fuego, y la parte de en medio se quemó; ¿servirá para obra alguna? He aquí que cuando estaba entera no servía para obra alguna; ¿cuánto menos después que el fuego la hubiere consumido, y fuere quemada? ¿Servirá más para obra alguna? Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Como la madera de la vid entre los árboles del bosque, la cual di al fuego para que la consumiese, así haré a los moradores de Jerusalén. Y pondré mi rostro contra ellos; aunque del fuego se escaparon, fuego los consumirá; y sabréis que yo soy Jehová, cuando pusiere mi rostro contra ellos. Y convertiré la tierra en asolamiento, por cuanto cometieron prevaricación, dice Jehová el Señor. (Eze 15) (16) 17.1-10; 19; 31.1-9; 34.
Parábolas en el Nuevo Testamento:
.–. El Amigo inoportuno. (Luc 11.5-8; “Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite.”)
.–. El Árbol y sus frutos. (Mat. 7:16-20; “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis.”) (Luc. 6:43-45; “No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.”)
.–. Bodas o luto. (Mat. 9:15; “Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.")
.–. El Buen pastor. (Jn. 10:1-16; “)
.–. Buen samaritano. (Luc. 10:29-37; “)
.–. Casa sobre arena o sobre roca. (Mat. 7:24-29; “) (Luc. 6:47-49; “)
.–. Cizaña en el trigo. (Mat. 23:24-30; “)
.–. Constructor de una torre. (Luc. 14:28-30; “)
.–. Crecimiento de la semilla. (Mar. 4:26-29; “)
.–. Diez vírgenes. (Mat. 25:1-13; “)
.–. Dos deudores. (Luc. 7:41-43; “)
.–. Dos hijos. (Mat. 21:28-32; “)
.–. Fariseo y publicano. (Luc. 18:9-14; “)
.–. Gran cena. (Luc. 14:15-24; “)
.–. Higuera. (Mat. 24:32-33; “) (Mar. 13:28-29; “) (Luc. 21:29-31; “)
.–. Higuera sin fruto. (Luc 13:6-9; “)
.–. Hijo pródigo. (Luc. 15:11-32; “)
.–. Hijo que pide al padre. (Mat. 7:9-11; “) (Luc. 11:11-13; “)
.–. Labradores malvados. (Mat. 21:33-46; “) (Mar. 12:1-12; “) (Luc. 20:9-19; “)
.–. Lámpara en lugar oculto. (Mat. 5:15; “) (Mar. 4:21; “) (Luc. 8:16; “)
.–. Levadura. (Mat. 13:33; “)
.–. Mayordomo astuto. (Luc. 16:1-9; “)
.–. Mujer que encuentra su moneda. (Luc. 15:8-10; “¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.”)
.–. Niños que juegan. (Mat. 11:16-19) (Luc. 7:31-35; “Y dijo el Señor: ¿A qué, pues, compararé los hombres de esta generación, y a qué son semejantes? Semejantes son a los muchachos sentados en la plaza, que dan voces unos a otros y dicen: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no llorasteis. Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: Demonio tiene. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Mas la sabiduría es justificada por todos sus hijos.”)
.–. Nuevo y viejo. (Mat. 13:52; “El les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.”)
.–. Obreros de la viña. (Mat. 20:1-16; “)
.–. El Pastor que encuentra su oveja. (Luc. 15:1-7; “ )
.–. El Padre de familia y el ladrón. (Mat 24:42-44; “ )
.–. La Perla preciosa Mat 13:45-46; “También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.”)
.–. La Puerta ancha y angosta. (Mat 7:13-14) (Luc 13:23-30; “Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos. Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Y he aquí hay postreros que serán primeros, y primeros que serán postreros.”)
.–. La Red. (Mat 13:47-50; “Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera. Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.”)
.–. El Remiendo de paño nuevo. (Mat 9:16; “Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura.”)
.–. El Rey que va a la guerra. (Luc 14:31-32; “¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz.”)
.–. El Rico necio. (Luc. 12:16-21; “También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, Regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.”)
.–. El Rico y Lázaro. (Luc. 16:19-31; “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.”)
.–. El Sembrador. (Mat. 13:39-18-23) (Mar. 4:2-9-13-20) (Luc. 8:5-8-11-15; “El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron. Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron. Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno. Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga. Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven. Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan. La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto. Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.”)
.–. Semilla de mostaza. (Mat. 13:31-32) (Mar. 4:30-32) (Luc. 13:18-19; “Y dijo: ¿A qué es semejante el reino de Dios, y con qué lo compararé? Es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su huerto; y creció, y se hizo árbol grande, y las aves del cielo anidaron en sus ramas.”)
.–. El Siervo fiel y siervo malo. (Mat. 24:45-51) (Luc. 12:41-48; “Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos? Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. En verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes. Más si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y embriagarse, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles. Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.”)
.–. El Siervo y su deber. (Luc. 17:7-10; “¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa? ¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú? ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no. Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.”)
.–. Siervo malvado. (Mat. 18:23-35; “Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Más él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. 35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.”)
.–. Siervos que velan. (Mar. 13:33-37) (Luc. 12:35-38; “Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida. Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos.”)
.–. Talentos. (Mat. 25:14-30) (Luc. 19:11-27; “Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo. Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros. Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. El le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses? Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadle al que tiene las diez minas. Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas. Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí.”)
.–. Tesoro escondido. (Mat. 13:44; “Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.”)
.–. Vid y Pámpano. (Jn. 15:1-6; “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.”)
.–. Vino nuevo en odres nuevos. (Mat. 9:17) (Mar. 2:22) (Luc. 5:37-38; “Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán. Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conservan.”)
.–. Parábola de la Viuda y el juez injusto. (Luc. 18:1-8; “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”)
0 Comentarios