La Cristología del Señor
Autores
Sociólogo: Alex Granier
Teólogo: Cruz Monasterio
Título: La Cristología del
Señor
Pero cual es el significado de esa palabra: Es el estudio o tratado de todo lo relacionado con la vida y obra de Jesucristo
Texto: 2 Corintios 5:21;
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros
fuésemos hechos justicia de Dios en él.”
Preliminar y Desarrollo
Queridos Hermanos
(as) y amigos, ¿tendrá Dios alguna deuda con nosotros? ¿Será que nos debe algo?
o ¿es posible, que sea todo lo contrario, y que nosotros le seamos deudores a
Él?
No hay uno solo dentro
de la humanidad a quien Dios no le pueda decir “tienes cuentas pendientes
conmigo”, y si se lo dijera a alguno en específico, significaría su inminente
juicio y castigo. Dios no nos debe nada, más bien Él nos da todo lo que
necesitamos según su voluntad.
Todo lo que le
debemos a Dios no es producto de lo que Él nos da, sino más bien de lo que
nosotros dejamos de darle, pues fuimos creados para Su gloria, sin embargo,
vivimos en pecado para nuestra gloria. Pecamos sin cesar, lo cual implica estar
hiriendo la santidad de Dios de forma constante, sin parar durante nuestra
existencia.
De ahí que la deuda
que cada uno tiene con Dios es impagable, pues no existe un valor
suficientemente alto en todo el universo como para saldar el horror de haber
herido tanto su santidad.
Precisamente por la
imposibilidad que tenemos de pagar nuestros adeudos (ósea Débitos, Compromisos,
o deuda), el Dios Padre, en un acto de misericordia sin precedentes, envió a
morir a su Hijo en muerte sustituta para que todos los deudores que crean en el
Hijo como su Señor y salvador sean liberados de su gran deuda y puedan
reconciliarse con Él.
Si un deudor se
constituye en moroso y finalmente no puede pagar, siendo la deuda especialmente
significativa, lo normal según la ley del hombre sería que termine en la
cárcel. La deuda del hombre ante Dios es aún más significativa, por tanto, no
solo se hace merecedor de cárcel sino de muerte, pues la paga del pecado es
muerte (Romanos 6:23; “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios
es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”).
Si la paga del pecado
es la muerte, entonces en justo cumplimiento de los decretos de Dios alguien
tuvo que morir para que otros pudiesen vivir. Es así como Dios en su voluntad
decidió que muera en sacrificio quien no había pecado jamás para que otros
pudiesen ser salvos.
De esa manera el
apóstol Pablo escribió: Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado,
para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. Jesucristo al morir
por los que en Él creen pagó la inconmensurable deuda de cada uno de ellos, por
tanto, también hizo justicia con cada uno de ellos de manera tal, que su
sentencia de muerte fuese anulada.
Para remisión de
pecados debe correr sangre, pues sin derramamiento de sangre no hay perdón (Hebreos
9:22; “Y
casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de
sangre no se hace remisión.”).
Observamos que Dios no borra con el codo lo que escribe con la mano. Él pidió
sacrificios de animales para remisión de pecados, y en santa justicia mandó a
morir a su único Hijo, el cordero perfecto, para que su sangre sea derramada
para el lavamiento de los pecados de aquellos que en Él creen (Juan 3:16;
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna.”).
Cierre
Es preciso aclarar
que el derramamiento de sangre de Jesucristo es efectivo para quienes creen,
pues solo el que cree en el Hijo de Dios, no está condenado; pero el que no
cree, ya ha sido condenado por no creer en el único Hijo de Dios (Juan 3:18;
“El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido
condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”).
Para terminar, creer
no se refiere a una mera declaración de simpatía o de fe intelectual por sonar
atractivo el hecho de ser salvo. Creer implica entregarse por completo al Señor
Jesucristo y querer vivir por Él y para Él muriendo uno a sí mismo. Implica un
cambio radical de vida porque no solo se cree en Jesús sino que se le cree
también a lo que Él enseño.
Les deseo un día muy bendecido.
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