Apóstoles y Profetas hoy No
Autor
Teòlogo: Cruz Monasterio
Título: Apóstoles y Profetas
hoy No ¿Edificar sobre lo ya
construido? ¿Apóstoles y Profetas hoy? ¡No!
Texto: Efe. 2:20-21-22; "Edificados sobre el fundamento de los
apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en
quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo
en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el
Espíritu."
Introducciòn
Teología y Hermenéutica Bíblica: Los teólogos de la Secta de los Testigos de Jehovà se están dando a la tarea de torcer mas la palabra del Señor para tratar de confundir más a la iglesia. ellos afirman: Ya no hay más ni
profetas ni apóstoles, dicen nuestros líderes más radicales, ambos ministerios tienen que ver con los cimientos del
edificio espiritual que es la iglesia, y los cimientos se echan una sola vez para luego comenzar a edificar. La iglesia es
vista como un “edificio” en construcción, como una “casa” o “templo” o “ciudad”
que comienza a ser levantada para morada de Dios por medio de Su Espíritu
Santo. La tarea de los Apóstoles por lo tanto fue la de “establecer el
fundamento” de esa edificación. Esto nos muestra de forma clara por qué en el
libro de Apocalipsis se menciona que la iglesia tiene como base “los apóstoles
del cordero”: Ap. 21:14; "Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre
ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero."
Introducciòn
Los fundamentos, una vez establecidos son inamovibles y no se
les puede añadir ni volver a quitar. Decir que la iglesia todavía necesita
apóstoles equivale decir que después de casi dos mil años de existencia el
fundamento no ha sido establecido, que las bases están incompletas y que el
edificio aún no comienza a levantarse. Pero la Biblia es clara, una vez la base
ha sido puesta solo queda “Edificar” el edificio sobre esa base. La base fue
exitosamente puesta y terminada hace ya mucho tiempo por los Apóstoles y
Profetas.
En reiteradas
oportunidades, y hasta en forma redundante, hemos recalcado, que eso de que
Dios está restaurando los cinco ministerios, es un engaño que tiene que ver con
el mismo misterio de la iniquidad.
División
División
¿Está Dios restaurando en la actualidad el oficio de apóstoles y profetas en la iglesia?: El movimiento para restaurar el oficio de apóstoles y profetas basa su afirmación de que los apóstoles y los profetas deben ser parte de la iglesia en Efe. 4:11-12; "Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo."
Durante el primer siglo de la iglesia existía el oficio de apóstol, y el don espiritual del apostolado. El oficio o cargo de apóstol fue ejercido por los doce discípulos de Jesús además de Matías, quien ocupó el puesto de Judas, y Pablo. Los apóstoles fueron escogidos especialmente por Cristo. (Mar. 3:16-19). La selección del sustituto de Judas se encuentra en Hec. 1:20-26. Observe que en este pasaje que el cargo de Judas se le llama "oficio." También debe tenerse en cuenta que Pablo fue escogido por Cristo (1 Cor. 15:8-9; Gal. 1:1; 2:6-9). A estos hombres les fue dada la tarea de colocar las bases de la iglesia universal (Efe. 2:20). En el primer siglo fueron creadas las bases de la iglesia de Cristo.
También existía el don espiritual del apostolado (éste no debe confundirse con el oficio; son distintos). Entre los que tenían el don espiritual se encontraban: Santiago (1 Cor. 15:7; Gál 1:19), Bernabè (Hec. 14:4-14; 1 Cor. 9:6), Andrónico y Junias (Rom. 16:7), posiblemente Silas y Timoteo (1 Tes. 1:1; 2:7), y Apolos (1 Cor. 4:6-9). Este último grupo tenía el don del apostolado, pero no el "oficio" apostólico conferido a los doce apóstoles y a Pablo. Aquellos que tuvieron el don del apostolado, entonces, fueron aquellos que llevaron el mensaje del evangelio con la autorización de Dios. La palabra apóstol significa "enviado como delegado autorizado." Esto era cierto con los que ejercían el oficio de apóstol (como Pablo) y con los que tenían el don espiritual (como Apolos). Aunque hoy existen hombres como éstos, hombres que son enviados por Dios para difundir el evangelio, es mejor no referirse a ellos como apóstoles, debido a la confusión que esto ocasiona. Muchos no están conscientes de los dos usos diferentes del término apóstol.
El apostolado del Nuevo Testamento se basó en una práctica judía de designar un emisario, llamado ShaLiaJ, con plenos poderes para representar a quien lo había enviado. (Esd. 7:14; Dan. 5:24; 2 Crón. 17:7-9). El ShaLiaJ era una especie de plenipotenciario ad hoc. Eran comunes las fórmulas legales como "el que te recibe a tí me recibe a mi", "lo que ustedes aten en mi nombre lo he atado yo" y muchos otros parecidos, que aparecen también en el Nuevo Testamento. (Mar. 9:37; Mat. 16:19; Luc. 10:16; Jn. 13:20; 20:23).
La comisión del ShaLiaJ era para una tarea específica y no era transferible a otras personas
El paradigma definitivo, Hechos 1: Después de suicidarse Judas, los discípulos sentían la necesidad de completar el número doce, como paralelo con las doce tribus de Israel. Con ese fin, guiados por el Espíritu Santo, definieron los requisitos indispensables para incorporarse en el apostolado. La elección se limitó a "hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que entre nosotros fue recibido arriba" para que "uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección" (Hec. 1:21). Además, la selección fue hecha por Cristo mismo (1:24; 1:2). Veremos en seguida que todas estas mismas condiciones se aplican al caso de Pablo. Ese texto, y otros, muestran que para ser apóstol en el mismo sentido que los doce y Pablo, era requisito indispensable haber sido testigo ocular y presencial del ministerio de Jesús (Hec. 1:21-22; 1 Jn. 1:1-4) y de su resurrección (Hec. 10:40-42; 1 Cor. 15). Por supuesto, tal cosa sería imposible después de morir los contemporáneos de Jesús.
La iglesia ahora es "apostólica" cuando es fiel al testimonio de ellos, que tenemos en el Nuevo Testamento, y cumple así su "apostolado" misionero. Sobre el fundamento de ellos Cristo sigue construyendo la iglesia. (Efe 2:20). Es importante reconocer que esta sustitución de Judas por Matías es el único reemplazo de un apóstol, precisamente para completar el número de doce. Matías no era sucesor de Judas sino su reemplazo. Después, al morir los doce y Pablo, ni el Nuevo Testamento ni la historia de la iglesia narra la elección de algún sucesor de alguno de ellos. Al morir el apóstol Jacobo, nadie le sucedió o reemplazó (Hec. 12:2).
El grupo quedó cerrado, como es evidente en Ap. 21:14. Obviamente, en esas puertas de la Nueva Jerusalén no aparecerá el nombre de ninguno de nuestros apóstoles de hoy. Pero esa evidencia No descalifica a los apóstoles contemporáneos que fundan iglesias guiados por el Espíritu Santo, y en el nombre de su Hijo amado Jesús.
El Apóstol Pablo: El apostolado de Pablo fue severamente cuestionado, precisamente porque él no había sido uno de los discípulos, como requiere Hechos 1, aunque sí era contemporáneo de Jesús y sin duda testigo de su ministerio.[2] Repetidas veces Pablo tiene que defender su llamado de apóstol, pero lo significativo es que lo defiende en los mismos términos básicos de Hechos 1: él también había visto al Resucitado (1 Cor 9:1; 1 Cor 15), fue nombrado apóstol no por hombres sino por el mismo Cristo (Gal 1:1-15-17-19; 1 Tim 1:1; 2:7), y él, igual que los doce, había realizado las señales de apóstol y la predicación del evangelio (2 Cor 12:12; Rom 15:18-19). En 1 Cor 9:1-6; Pablo se defiende contra los que negaban que él era apóstol: ¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a Jesús el Señor nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor? Si para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente lo soy; porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor. A continuación, Pablo responde a los que le acusan, afirmando que él tiene los mismos derechos de todos los apóstoles (9:3-6; 2 Cor 11:5,13; 12:11).
En este contexto, 1 Corintios 15 es especialmente importante: En este pasaje Pablo afirma vigorosamente la fe en la resurrección (15:1-8; 12-58) pero también, menos conspicuamente, defiende su propio apostolado (15:8-11). Después de definir el evangelio como la muerte, sepultura y resurrección de Cristo (15:1-4), Pablo enumera una lista de los que podríamos llamar "los testigos autorizados de la resurrección" (15:5-8): Cefas, los doce, más de quinientos hermanos, Jacob, después todos los apóstoles y al final Pablo mismo. Por eso, de las varias personas que el Nuevo Testamento llama apóstoles, sabemos que tenían que haber sido testigos presenciales de la resurrección. Está claro que en este pasaje Pablo no está hablando sólo de visiones espirituales, como tuvo él mismo (2 Cor 12) y que tuvieron Esteban (Hec 7) o Juan (Ap 4-5), que no podrían servir como evidencias de la resurrección corporal de Jesús. El verbo repetido en estos versículos de 1 Cor 15 es "apareció", y el sujeto activo es el Resucitado (Gál 1:16).
Eran visitaciones del Señor, apariciones por iniciativa de él, para demostrar la realidad de su resurrección. Se trata de revelaciones corporales como las de Cristo durante los cuarenta días, que constituyeron a sus receptores en testigos oculares del hecho. En ese sentido, Pablo reconoce que su propio caso es una anomalía, pues aunque era contemporáneo de Jesús, no había sido discípulo ni había estado presente con los discípulos durante los cuarenta días. Sin embargo, insiste en que su encuentro con Cristo en el camino a Damasco pertenecía a la misma serie de visitaciones especiales. Por otra parte, Pablo afirma que su encuentro con el Resucitado fue la última de la serie (15:8; 1 Cor. 4:9), sin posibilidad de otras. Para mayor énfasis, Pablo afirma que Cristo lo llamó al apostolado no sólo de último sino "como un abortivo" (Gr. ektrômati), una excepción. Pablo era un apóstol "nacido fuera del tiempo normal". No puede haber otros apóstoles después de él.
Otros Apòstoles: Este pasaje habla de "todos los apóstoles", además de los doce y Pablo (1 Cor. 15:7), pero todos ellos eran también testigos oculares de la resurrección. En cambio, de líderes que sabemos que no habían participado en esa experiencia, como Apolos y Timoteo, el Nuevo Testamento nunca los llama "apóstol". No podían ser apóstoles sin haber visto al Resucitado (y no sólo en visión mística). Por eso, de todas las demás personas llamadas "apóstol" podemos estar seguros de que habían sido testigos oculares del Resucitado o si no, eran apostoloi sólo en el sentido de "misioneros" o de "delegados congregacionales". Es muy significativo que tanto los doce como Pablo aplican los mismos requisitos básicos para el apostolado: sólo pueden ser apóstoles los que habían visto al Cristo en su cuerpo resucitado y habían sido comisionados personalmente por él para ser testigos de su vida y resurrección. De estos, el último fue el apóstol Pablo. Los apóstoles cumplieron una función histórica. Obviamente, nadie que no sea del primer siglo puede ser testigo ocular de lo que nunca presenció.
Efe. 4:11 Frente a estas enseñanzas bíblicas muy claras, el mal llamado "movimiento apostólico" apela, sin interpretación cuidadosa, a unos pocos textos. El versículo principal es Efesios 4:11, tomado fuera de contexto. El pasaje completo es una cita modificada del Salmo 68:18 con introducción y conclusión: Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros.
El tema de Efesios 4:7-16: Es la unidad de la iglesia con su diversidad de dones, todo orientado hacia el crecimiento del cuerpo. (4:13-16). Pablo introduce este tema con una cita del Salmo 68, uno de los salmos más difíciles y con complicados problemas textuales. Pero el tema central de ese salmo está claro: Dios es un poderoso guerrero. (68:35) que en diversos momentos ha descendido a la tierra para liberar a su pueblo. (68:11-14,20-21) y después de su triunfo, sube al monte Sión (o al cielo) llevando cautivos (68:15-18-24-29-35) y reparte el botín entre su pueblo (68:12-18). Pablo adapta la cita en varias formas, especialmente cambiando "tomaste dones" (Sal. 68:18) en "dio dones" (Efe 4:8), para aplicar la cita a la ascensión de Cristo y la venida del Espíritu con sus dones. Al volver al cielo, el Cristo vencedor repartió el botín entre su pueblo. El énfasis cae sobre la ascensión de Cristo y el momento histórico-salvífico en que el Resucitado victorioso envió el Espíritu como botín de su triunfo.
El verbo "constituyó" (Efe. 4:11, edôken, "dio") es un pretérito, que describe algo que Cristo hizo cuando ascendió, conforme también al modelo del Salmo 68. Si dice absolutamente que en el futuro, el Espíritu Santo seguiría escogiendo apóstoles para la iglesia misionera. (Hec. 13:1-2; "Había entonces en la iglesia que estaba en
Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio
de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y
Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo:
Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.") hasta su segunda venida, "Puesto que esta carta vino de una época cuando estaban funcionando apóstoles y profetas, es imposible sacar alguna conclusión desde este pasaje sobre su continuación en la iglesia después". De otros pasajes, como hemos visto, queda evidente que el apostolado puede haber continuado después de morir los últimos testigos presenciales. En cambio, otros pasajes dejan claro que el don de profecía (y la falsa profecía) continuarán en la iglesia. Al ascender, Cristo dio un don que era de una vez para siempre (apóstoles) y otro que había de seguir hasta su venida (profetas). Por otra parte, Pablo habla en 2 Cor. 11:13; de "falsos profetas (pseudo apóstoles), obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo." (Ap 2:2; "Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia;
y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles,
y no lo son, y los has hallado mentirosos.") (11:3-6; "Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días,
vestidos de cilicio. Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie
delante del Dios de la tierra. Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus
enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera. Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días
de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y
para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.") y, quizá sarcásticamente, de "super apóstoles" (tôn huperlian apostolon, 2 Cor 11:5; "Y pienso que en nada he sido inferior a aquellos grandes apóstoles." 12:11; "Me he hecho un necio al gloriarme; vosotros me obligasteis a ello, pues yo
debía ser alabado por vosotros; porque en nada he sido menos que aquellos
grandes apóstoles, aunque nada soy.")
Conclusión
Dos de los grandes vicios de la iglesia evangélica hoy son la sed de poder, prestigio y riqueza de algunos de nuestros líderes, y entre los fieles del culto, ciego y casi idolátrico, a las personalidades famosas. Hay mucha obsesión con títulos, oficios y el poder lucir y ser importante. Se emplean constantemente las técnicas de publicidad y promoción del mundo secular. Eso es totalmente contrario al espíritu de Jesucristo y del evangelio. Mucho más acertado es el viejo refrán, "al pie de la cruz, todos somos párvulos". Hace unos años, en un foro sobre el tema de los apóstoles, alguien intervino para decir, "Antes era suficiente el título de pastor, pero ahora con las enormes mega iglesias, llamarlos pastor les queda muy corto." ¡Al contrario! Si el título "pastor" les queda corto para ellos, ellos se quedan demasiado cortos para el título de pastor.
También debe tomarse en cuenta que la Escritura se refiere a los apóstoles y profetas en tiempo pretérito. 2 Pedro 3:2 y Judas 3-4 afirman que las personas no deben desviarse del mensaje que dieron los apóstoles (pretérito: Que ha existido o sucedido en el pasado). Hebreos 2:3-4 también habla en pretérito acerca de los que ejecutaron (en el pasado) "señales, prodigios, y diversos milagros" a través de los dones del Espíritu Santo.
El Señor Jesús nos habló de las señales para los que iban a creer en Él: Mar. 16:17-18; "Y estas señales seguirán a los que creen: En mi
nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa
mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán."
Pero el Señor refiriéndose a sus hijos en el presente expresó: Jn. 14:12; "De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre."
